La fiebre de las lanas

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Siempre Quino…

Aquí estaba yo, tan tranquila con esta parcelita de mi vida en donde me encontraba a gusto, sin presiones ni prisas ni nada que se le parezca, no como en las otras parcelas que parecen inundadas con todo menos calma.
Y sin más se coló la prisa…
Todo empezó cuando la dueña de una tienda, de esas en las que me pierdo imaginando como haría un batido con unas cuantas telas unos hilos y unos botones, me sugirió que debería participar en un mercado de artesanos. Me pareció una estupenda idea y empecé a imaginar…me abrumé con tantas ideas… empecé a sacar cuentas…me abrumé con tantos números…seguí imaginando la cantidad de material que me hacía falta para no cerrar el puesto en una hora…me dolían las manos y me reabrumaron los números….hasta que me cansé tanto que parecía que hubiera hecho todo lo imaginado. Así caí en la cuenta de que esa no es la manera de hacer las cosas, al menos no la mía.
No me gusta pensar en cantidades, ni repetir, ni presionarme con plazos ni atender a ninguna directriz más allá del placer en sí de tejer sin más o de las ganas de alguien de que le haga algo o las mías de hacer algo para alguien (aunque eso suele conllevar unos plazos, en estos casos no importa). Así que desatendiendo a todo esto, me gasté la poca pasta que puedo dedicarle a esto en herramientas y unas pocas lanas… una docena de proyectos empezados  y un caos mental que no se aclara en estos términos.
De estos, los términos en los que menos me aclaro son los de la especulación pura y dura… Somos muchas las víctimas de la «fiebre de las lanas» , miles  de personas atacadas por este «virus global» que asistimos con la boca abierta al espectáculo de la «inflacion de las lanas». Vale que las cosas tienen un precio dependiendo de la calidad del material (ya inflado de por sí), pero si los precios varían, además, en función de la demanda, es decir, si vale el doble, o el triple, en función de cuánta gente lo solicite… pues podrán llamarlo como quieran (suelen decir «es la ley de la oferta y la demanda» y quedarse tan anchos) pero la forma correcta de llamarlo es Especulación!!!.  Cuando el precio establecido en función de la demanda se obtiene gracias a un extenso análisis cuya principal premisa es averiguar cuál es «el precio máximo al que el comprador está dispuesto a pagar» lo que dan ganas es de ponerse a criar unas ovejitas o plantar lino o algodón o buscar cualquier alternativa que nos ofrezca opción a esta forma de estafa protegida por la ley y nos permita acercarnos a un tipo de mercado más coherente, algo más cercano al sentido común.
Esta semana pretendía hacer un jersey gordito y cuando fuí a pedir la lana me quedé a cuadros, me salía el jersey por la módica de 80 euros!!! (mas las horitas que le tendría que dedicar) me quedé tan alucinada que pensé  en la posibilidad de comprarme uno hecho para deshacerlo y rehacerlo a mi gusto… todo un despropósito. Miedo me da pensar que somos millones los que demandamos comida, que a diferencia de lo que os contaba antes se trata de una necesidad básica y que para el sistema económico actual no tiene una pauta diferente, también responde a esas premisas comerciales… para echarse a llorar.