Una cesta pequeña

cestorosa

Después de hacer tantos cestos en trapillo casi se me olvida como poner los dedos para coger de nuevo la vieja y pequeña aguja con la que se viaja a menos velocidad, pero con la que me encuentro más cómoda. No sé si será la costumbre, pero me parece una forma de tejer mucho más placentera. Si, admito que el placer de tejer se va a freir puñetas en cuanto te das cuenta de que llevas 50 vueltas y te faltan otras cincuenta iguales (suelo ir dejando marquitas para ver lo que avanzo y evitar perder los estribos), pero esto es quizá lo que hace que en el momento de acabar la pieza en cuestión tengas ganas de encender unas cuantas bombas de palenque e iniciar un fiestón que evidencie lo que ha costado llegar al final. En este caso no ha sido para tanto, pero no pude evitar pensar en algún momento en el que acabaré asumiendo algun titánico esfuerzo para poder disfrutar de esa sensación de «fin de obra»

cestorosa3

Deja un comentario