Verano?

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Estoy vagonetas, si, pero vagonetas de ordenador, teclados,  pantallas,  sucedáneos y de la madre que los parió!.
Ya no queda ningún ámbito de mi vida que no esté afectado por el ecosistema digital. Mis dedos siguen trabajando en lo suyo, pero voy retrasando el momento de sentarme delante del  ordenador, y no es por no acercarme por aquí, que a fin de cuentas es donde más me gusta «digitalizar», es por acercarme más a ese ecosistema olvidado en el que calienta el sol, huele a hierba cortada o a mar de verano y que pronto será más desapacible que adorable.
Ahora llueve, hace viento y la niebla lo tapa todo, un mes de agosto para olvidar… creo que estoy  mejor en casa aporreando el teclado tomando un cafelito caliente que ahí fuera, con la que está cayendo.
Con este panorama no parece que venga mucho al caso el bolso de trapillo que os traigo hoy,  pero tengo muchas esperanzas puestas en el mes de septiembre, y creo que aún nos quedan muchos días de pasear con los pies descalzos.
Hace años que no pasa un verano sin que haga, por lo menos, uno de estos, con este punto un poquito flojo que viene muy bien para dejar las arenas de la playa donde tienen que estar…en la playa! y para meter dentro todo lo que puedas necesitar o creer que necesitas… toallas, bañadores, la merienda, los juguetes, el agua, algún libro…(doy fe de que con todo esto aún cabe un perro pequeño encima que tenga miedo a las caminatas sobre el asfalto caliente)
Este se lo ha quedado Silvia, compañera de teclados y pantallas que ahora mismo está bien lejos de ellas y que probablemente me pueda confirmar que aún cabe algo más ahí dentro…no está escrito lo que una puede llegar a meter en un bolso.

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Bestia Parda #2. La secuela

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Soy muy refranera , no porque crea en la efectividad de los refranes sino porque no ha habido aprendizaje causa-efecto, desde que tengo uso de razón, que no haya llegado acompañado de un «muy oportuno refrán»…  alguno certero, alguno hiriente y algún otro que saca sangre…  No puedo dejar de evocar uno en cada momento crítico del día, no voy a por ellos, en serio, son ellos los que vienen a mí.
Cada vez que me pasa, la imagen de mi abuela se me viene a la cabeza  con aquella sonrisilla irónica (modo refrán) envuelta en una especie de Dolby Surround con su eco y su resonancia, si, tal cual lo diría Vincent Price si hablase gallego: ¡¡¡¡»Para o que non quere caldo…sete tazas«!!! (para el que no quiere caldo…siete tazas), que viene a ser algo así como : Pues si no querías… te vas a hartar!, era uno de sus favoritos o por lo menos de lo más oído de los 80 y los 90.

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Ahora tengo otro en mente, el que me atronó cuando me puse con ésta, la Bestia Parda number 2…, «Eramos pocos y… paríó la abuela«. Viene al caso porque no es que me empeñase yo en hacer una muñeca detrás de otra, sobre todo antes de tener cara para la primera, sino porque intenté hacer de la segunda un borrador.
Si, si, el razonamiento es tela porque, en sí,  mucho sentido no tiene; El tejido no es el mismo, la textura tampoco, nada que ver! Pero me lancé sin pensarlo: «vamos a hacer algo menos complicado que me ayude a ponerle cara…»  y ahora tengo una pequeña prole en la mesa de pruebas ; dos cabezas sin rostro y dos cuerpos que vestir…
El caso es que si ha parido, da igual que haya sido la abuela, ahora hay dos criaturas y es posible que sean de crecimiento lento, que le vamos a hacer…»A lo hecho, pecho!» y eso porque son muñecas y no posavasos que si no se solucionaba antes con un… «muerto el perro se acabó la rabia«!!!

Pies calentitos

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Media tarde me ha llevado apartar el frio invierno de los pies de mis dos amorcitos. Ha sido, con diferencia, lo más rápido que hice desde que empecé con este blog. De tobillo vuelto, bajo petición del usuario, cada tres vueltas trae el pie pacá y poco más… no hay mucho más que contar. No es como todas esas cosas en las que empleo horas , días, semanas, meses… toda una meditación en la que te da tiempo a pensar en como lo vas a rematar o rehacer. Me imagino al destinatario con esa sonrisa que se le pone cuando se lo das, o con la cara que pondría si tuviera que ocultar que, en realidad, no le ha gustado nada. En ocasiones fluyen pensamientos que nada tienen que ver con lo que hago ni para quién y acabo por no ser consciente de lo que me pasa por la cabeza, pero esta vez no me ha dado tiempo a pensar mucho, les he puesto un concentradito de cariño y me he imaginado sus pies abrigaditos y juntitos cerquita de la estufa de leña. Ahora solo pienso en que se acordarán de mi cuando se los pongan : )

Redonderías

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Hace bastante tiempo que todo lo que hago empieza con un círculo, una esfera, una elipse… A lo mejor tiene que ver con no parar de dar vueltas y vueltas y rondar tantas veces la misma cuestión, o simplemente que me gustan los círculos sin más. En realidad nunca me lo había planteado hasta que intenté hacer un mantelillo rectangular y mirad lo que salió… Parece que, por ahora, mi «zona de confort» es redonda.
Tanta circulería ha provocado que nisiquiera cumpla su inicial cometido: proteger el teclado de una documentalista que no para de recortar y recortar periódicos encima de las sufridas teclas… algún hueco he dejado para que esto no se solucione…Lo siento Bea, no lo he podido evitar. Y aunque pueda parecer todo un fracaso de diseño, sé que me perdonará esta licencia  porque a fin de cuentas hay otro cometido que cumple sobradamente, el de aportar una gran nota de color en esta oficina gris en la que nos encontramos todos los días (Que conste que lo de gris va por que es el color con que la han pintado, los que la habitamos somos muy alegres y coloridos). Además, si no está cubriendo su teclado puede estar debajo de su taza de café o donde le dé su real gana que para eso ya es suyo y, a fin de cuentas ,no viene con prospecto.
Yo lo ví más con una taza de café y unas «varietés» comestibles para divertir visualmente el desayuno. Tanto lo ví que lo hubiera probado esta misma mañana con mi café caliente y las tortitas con dulce de leche. Afortunadamente tuve un ataque de lucidez extremo y evité a toda costa invocar a Murphy para que me demostrase como podría  pasar por la lavadora antes de llegar a manos de su nueva dueña. Así, toda atacada de lucidez, me fuí en busca de una taza limpia que no derramase más que aire y de una mesa blanca que no necesitase más que una nota de color para inmortalizarlo.
He tenido suerte que esto haya podido ser en una de las cafeterías que más me gustan de Santiago:  La cantina del Gaiás, pena que por cobarde la foto no huele a café ; )

Lino para Nala

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Hace mucho que me rondaba por la cabeza el bolso de Nala. Tenía claro que debía ser práctico, cómodo y minimalista, pero no tenía los datos suficientes para cerrar el diseño final. Ella sí que lo tenía claro, así que un buen día aportó unas cuantas sugerencias, aunque de todas ellas hubo una en particular que funcionó como un detonador. Se le ocurrió mencionar  la palabra.. L I N O!!!!!!!
Me lancé de cabeza, aunque casi me estrello intentando localizar el material: hilo de lino sin mezclar ¡al cien por cien!,  No me podía creer que fuese tan difícil de encontrar, sobre todo teniendo en cuenta que el proceso tradicional de elaboración del lino textil en Galicia (desde el plantado a la manufactura de la prenda) forma parte de un  legado cultural que, además,  supuso un gran impulso económico  en su momento. Por si fuera poco la planta del lino fué revelando una gran variedad de usos: alimenticios, medicinales, cosméticos… Es posible que me olvide de alguno, pero me parece todo un abanico de productividad. Salvo en algunas zonas en las que se intenta recuperar el proceso artesanal tal y como se hacía antiguamente, sigue ahí, en el ámbito de nuestro patrimonio cultural. Así, por muy sostenible que sea su cultivo, por muchos ámbitos que abastezca su producción o  por mucho que no haya un diseñador de moda que se resista a su utilización, todo indica que, por ahora, compensa traérselo de algún continente lejano.  Parece que este es el siglo de los transportistas.
La cuestión es que al final lo he conseguido. Me lo han enviado desde Barcelona y probablemente a la catalana que me lo vendió se lo hayan traído desde Canadá. Si mi bisabuela levantara la cabeza… Con la de palos que le dió a montones de lino para conseguir la pequeña soltura económica que la alejó de la miseria  y de la dependencia de su marido… Seguro que me hacía un tutorial de lino párriba lino pábajo para tener una buena forma de subsistencia. Hubiera sido bonito, pero mi  legado se basa en una gran pieza de lino grueso que guardo como oro en paño a la espera de que se me ocurra algún proyecto digno de ese material.
Con todo, aquí está. Apenas ha variado la idea original. Esto es un poco raro conociéndome como me conozco, pero supongo que ha influido el hecho de que el punto y final no dependía totalmente de mí. Esta vez ha dependido de un artesano del cuero que tiene un acogedor taller en el meollo de Santiago de Compostela: el taller de Fer. Era cuero lo único que tenía pensado para completarlo así que apelé a la experiencia y sugerencias de Fer, que han resultado ser un buen final para el bolso de Nala.

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Las fotos  las ha hecho mi amigo y compañero de trabajo  Xoán Crespo, una prueba más de que estoy rodeada de gente que sabe hacer muy bien las cosas : )

Con amor y dioptrías

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Cuando Julita me encargó esta cortina me dijo algo así como: «no tengas prisa,  solo quiero que la hagas a tu ritmo y que le pongas mucho amor…»Amor, le he puesto todo el del mundo, ahora, mi tiempo….me lo he tomado, y falta me hizo.
Me hice con el material, lo puse encima de la mesa para acabar dándome cuenta de que mi vista no es lo que era , ni de lejos!.  Así que imaginarme  introduciendo una aguja en el punto milimétrico exacto indicado cientos de veces y muchas más con semejante rango de visión, resultó ser un duro golpe. En mal momento me había picado el bicho de hacer estas cosas.
Después de asimilar que  los años están para algo más que para celebrarlos y de darme cuenta de que mis gafas no servían de mucho a la hora del «microganchillo» tuve que acudir a la caballería óptica para resolver estas cuestiones en condiciones. Así que con ayuda de una lupa de dentista, conseguí trabajar con precisión y no meter la pata, que en estas cosas se nota mucho, y por poco que se note, no se puede dejar de mirar ahí, donde se nota algo que no se tiene que notar…no sería la primera vez que acabase en la hoguera.

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Es por esa necesidad de sacarte de delante algo que te ha consumido tantas horas de atención para acabar pareciendose inequívocamente a una chapuza, no es el caso en esta ocasión, pero me ha pasado a veces que cuando algo va mal puede mejorarse o ir a peor, y cuando va a peor hay veces que no queda más remedio que buscar una solución drástica, por salud mental. Esta vez la calidad de visión que me permitió todo este aparataje fué más que suficiente. Si no se nota nada que no se tenga que notar con la lupa nada habrá que alegar a ojo de águila, no hay hoguera que valga. Esta cortina la cuelga Julita donde ya tiene sitio desde hace meses.

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Y no sufras por mí, que por mucho que parezca que ha sido una especie de periplo, ya sabes que no hay sarna que pique si al final da gustito. ; )

La resistencia Barbie

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Ya llevaba unos días pensando que tenía el blog un poco abandonadillo… en realidad estoy sacando tiempo de prestado de aquí y de allá ya que mi tiempo apenas me pertenece, sigo intentando cambiar eso pero no parece tarea fácil. Parte de ese tiempo le pertenece a ricitos, la portadora del bolso de trapillo de la imagen, lo hice con una parte muy pequeña de ese tiempo que le debo para que tengan sitio unas cuantas de sus muñecas atemporales, esas que parecen no aburrir ni dejarse atrás con el paso de los años. Barbies de su época, heredadas de otras épocas, con el pelo cortado o la cara llena de rotulador, da igual, la caja de barbies no ha menguado, ha ido aumentando con el tiempo y su papel en los juegos ha ido variando pero no ha llegado todavía a su desaparición.
Aunque si lo pienso, hay pocos juguetes que ricitos condene a la desaparición, (flaco favor nos ha hecho Toy Story a la hora de hacer limpieza en casa) cada vez que consigo que prescinda de algún juguete acaba por pensárselo mejor y reconsiderar si debería dejarlo en cualquier esquinita antes que imaginarse que el pobre macaco pueda sentirse olvidado por su dueño y desplazado por los juguetes nuevos lamentándose a oscuras, cuando ella duerme…
Luego de la limpieza de primavera llegamos a la conclusión de que las barbies se quedan, por lo menos una temporada más, que siguen estando en un lugar accesible y de preferencia y que,  probablemente, de ellas pasará a algún vehículo de motor donde puede que alguna de  tenga un lugar preferente… solo espero que no sea de copiloto ; )

Duezzzzzzme Furby

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Cuando mi pequeño amigo, el que sostiene el Furby de la foto, me pidió una clase acelerada de ganchillo tenía muy claro lo que quería hacer: una bolsita para llevar a su Furby como las que se usan llevar a los bebés. No quería que se la hiciese, quería hacerla con sus manitas. La quería de dos colores y con unas tiras a forma de mochila para poder llevarlo encima, hablarle y poder ver sus ojos cuando revelan el trance del  cambio de personalidad de entre las múltiples que tiene este Furby multipolar. Así que, luego de un corto tutorial, consiguió hacer una buena consecución de puntos y cuando la cosa empezó a complicarse, continué donde él lo había dejado hasta que entre los dos completamos esta Furbymochila que resultó ser a simple vista lo que él quería.
La verdad es que me lo pasé pipa tejiendo el transportín de este macaco con incontinencia verbal, a veces hasta me sorprendí a mí misma interactuando con sus conversaciones o tarareando sus canciones, se lo han currado los creadores de estos muñecos, le han dado un aire muy particular. Lo que también han hecho, sin tanta gracia a mi modo de ver, ha sido eliminar de su anatomía el botón on/off, lo cual complica un poco el tema porque al parecer este medio-gremlin no para de largar por esa boquita durante toooooda la noche, algunos padres le buscan una «camita» en el fondo de algún cajón con toda la ropa que se le pueda poner encima para mitigar su voz y empiezan así a ver su lado menos adorable, hasta bucean en los foros buscando ideas para hacer dormir a Furby.
Los «abuelos» del Furby de la foto ya no tienen ese problema, desde que duerme colgado en su mochilita duerme toda la noche del tirón, no sabemos si ha sido casualidad, si es que les va dormir colgados o qué, la cuestión es que cada vez que les veo les pregunto  si duerme o no duerme la criatura y por ahora este robotito blanco se va librando del cajón.

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Los gorritos de algodón

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Este verano me lo he pasado haciendo gorritos de algodón,  y, aún ahora que el verano parece no haber existido con lo que llueve, lo pronto que se hace de noche y lo gris que está todo, me alegra muchísimo ver que aquellos para quienes fueron hechos, los siguen llevando. No lo digo por cuestiones de ego, es que  que agradezco esos brochazos de color con la luz del otoño.

Me voy resignando a que llegan tiempos más fríos y habrá que pensar en lana. Me cuesta dejar de pensar en algodón o en lino…

Una cesta pequeña

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Después de hacer tantos cestos en trapillo casi se me olvida como poner los dedos para coger de nuevo la vieja y pequeña aguja con la que se viaja a menos velocidad, pero con la que me encuentro más cómoda. No sé si será la costumbre, pero me parece una forma de tejer mucho más placentera. Si, admito que el placer de tejer se va a freir puñetas en cuanto te das cuenta de que llevas 50 vueltas y te faltan otras cincuenta iguales (suelo ir dejando marquitas para ver lo que avanzo y evitar perder los estribos), pero esto es quizá lo que hace que en el momento de acabar la pieza en cuestión tengas ganas de encender unas cuantas bombas de palenque e iniciar un fiestón que evidencie lo que ha costado llegar al final. En este caso no ha sido para tanto, pero no pude evitar pensar en algún momento en el que acabaré asumiendo algun titánico esfuerzo para poder disfrutar de esa sensación de «fin de obra»

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