Una cesta pequeña

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Después de hacer tantos cestos en trapillo casi se me olvida como poner los dedos para coger de nuevo la vieja y pequeña aguja con la que se viaja a menos velocidad, pero con la que me encuentro más cómoda. No sé si será la costumbre, pero me parece una forma de tejer mucho más placentera. Si, admito que el placer de tejer se va a freir puñetas en cuanto te das cuenta de que llevas 50 vueltas y te faltan otras cincuenta iguales (suelo ir dejando marquitas para ver lo que avanzo y evitar perder los estribos), pero esto es quizá lo que hace que en el momento de acabar la pieza en cuestión tengas ganas de encender unas cuantas bombas de palenque e iniciar un fiestón que evidencie lo que ha costado llegar al final. En este caso no ha sido para tanto, pero no pude evitar pensar en algún momento en el que acabaré asumiendo algun titánico esfuerzo para poder disfrutar de esa sensación de «fin de obra»

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Una camita para Ponyo

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Ponyo es un perro que a veces parece otra cosa, es de esos perros que suelen viajar en bolso, (pero él nunca lo ha hecho) que suelen ir vestidos en invierno, (Ponyo se hubiera comido cualquier prenda que le hubieramos puesto encima) llevar lacitos en la cabeza… antes muerto! (su dueño y él). Lejos de disfrutar de todas esas «comodidades» disfruta de las ventajas de ser un perro de pueblo.
Todo marchaba bien hasta que las almohadillas de sus patitas no resistieron el envite de tanta libertad y tan poco bolso.Vamos que de la penilla que da le hice esta camita para que disfrute de alguna de las comodidades de las que siempre renegó mientras se queda quieto unos días ( está por verse que pueda estarse quieto) para reponerse. Así que Ponyo no saldrá en la foto, al menos hasta que podamos retirarle la especie de parabólica que tiene atada al cuello y que ofrece una imagen un poco humillante para ser publicada, a cambio saldrá  su primo mayor que siempre le hizo de cama.

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Cestos y etiquetas

Hace unos meses un artesano me permitió colar unos cestos parecidos a estos en su stand de feria. Aunque la afluencia fué muy poca, hubo ventas y mucho interés, no tengo imagen de los vendidos, pero hice unos cuantos del mismo estilo…

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Están hechos con trapillo de algodón. Tejer estos hilos es una gozada, ya que ves resultados en muy poco tiempo. De hecho, si me pongo a hacer algo que me va a llevar mucho tiempo hago algo de trapillo alternativamente para no desquiciarme demasiado.

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Por el tema de la feria decidí encargar unas etiquetas del logo que había diseñado. Son de algodón orgánico y aunque son muy chulas, creo que me inclino más hacia una etiqueta más pequeña y que pueda saturar más los colores, seguiré probando…

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El único problema que le veo a este tipo de tejido es que, si lo haces muy tupido puede llegar a pesar bastante. En este tipo de cestas, no es un gran problema, de hecho contribuye a que se deforme bastante bien aunque lo llenes. Pero se me ocurrió hacer un bolso de playa «tupidito» y lo deshice a lo que me lo colgué en el hombro… eso o una contractura.

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